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Harvey Weinstein fue declarado culpable por un jurado popular en Nueva York del delito de agresión sexual en primer grado, en un caso presentado por Miriam Haley, exasistente de producción. Haley acusó a Weinstein de haberla forzado a practicarle sexo oral en 2006.

El veredicto fue emitido por el Tribunal Supremo del estado de Nueva York y podría significar una pena de hasta 25 años de prisión para el productor, quien ya había sido condenado previamente por cargos similares en 2020.  Sin embargo, esa sentencia fue anulada debido a irregularidades en el proceso judicial.

El jurado durante la misma jornada, dividido en sus deliberaciones, lo absolvió de otro cargo de agresión sexual relacionado con la modelo Kaja Sokola y continúa deliberando sobre una tercera acusación: violación en tercer grado contra la actriz Jessica Mann, quien afirma que fue violada por el productor en un hotel de New York en 2013. Este último delito, sin componente de fuerza, conlleva una pena máxima de cuatro años.

Más allá de lo judicial, el caso representa un punto de inflexión en la lucha contra el abuso de poder en la industria del entretenimiento. Weinstein se convirtió en un símbolo del movimiento #MeToo, impulsado por las voces de numerosas mujeres que denunciaron públicamente la violencia sexual en distintos ámbitos profesionales.