Por: Jorge Antonio Cano Félix
Hace poco, tuve la oportunidad de revisar un informe de la UNESCO sobre la implementación de sistemas de gestión administrativa en América Latina, y me hizo reflexionar sobre las enormes áreas de oportunidad que tiene el sector educativo en México para eficientar sus procesos y, sobre todo, optimizar su presupuesto. La tecnología, cuando se utiliza de manera inteligente, puede ser un aliado formidable para enfrentar los retos que nuestra educación enfrenta, especialmente en un país tan grande y diverso como el nuestro.
En México, se invierte una cantidad considerable en educación. Según datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), el presupuesto destinado a este sector en 2023 fue de alrededor de 420 mil millones de pesos. Sin embargo, la realidad es que gran parte de este monto se pierde en procesos administrativos que ya podríamos catalogar de ineficientes y burocracia. Aquí es donde la tecnología tiene un papel fundamental que jugar. La adopción de sistemas de control de gestión y administración de nóminas podría liberar recursos que podrían ser invertidos directamente en la mejora de la calidad educativa.
Para saber más, consulté un estudio del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), donde se discutía la necesidad urgente de modernizar la administración escolar en México. Las tareas administrativas representan uno de los mayores costos ocultos en el sistema educativo, en donde se desvían recursos y tiempo que podrían destinarse a mejorar la infraestructura escolar o a capacitar a los docentes. La implementación de sistemas de gestión escolar basados en inteligencia artificial y big data permitiría un seguimiento más preciso de los recursos y reduciría significativamente el tiempo dedicado a tareas administrativas.
Un ejemplo que me llamó la atención es lo que ha logrado Finlandia, un país que ha estado a la vanguardia en el uso de la tecnología en la educación. A través de la integración de sistemas de gestión escolar, Finlandia ha logrado reducir el tiempo dedicado a tareas administrativas en un 15%, permitiendo que los docentes se centren más en la enseñanza. La clave de su éxito ha sido la inversión constante en tecnología y la capacitación del personal para utilizarla de manera efectiva. Este es un modelo que perfectamente podríamos adaptar en nuestro país.
En nuestro país, existen señales prometedoras de que se están tomando pasos en la dirección correcta. La próxima administración federal, que será encabezada por Claudia Sheinbaum, ha manifestado su interés en modernizar el sistema educativo y adoptar tecnologías que permitan un uso más eficiente de los recursos. Es un gran avance, ya que, si logramos integrar sistemas de gestión administrativa y de nóminas en las escuelas públicas, podríamos liberar miles de millones de pesos que podrían invertirse en mejorar la calidad de la enseñanza.
La tecnología no es una solución mágica que resolverá todos los problemas de nuestro sistema educativo, pero es, sin duda, una herramienta poderosa que puede ayudarnos a hacer más con los recursos que ya tenemos. Al final del día, el objetivo es claro: queremos un sistema educativo que brinde a nuestros niños y jóvenes las herramientas que necesitan para construir un futuro mejor.