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Tecnología: aliada en la consolidación de una democracia transparente

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Por: Jorge Antonio Cano Félix

La reciente discusión sobre la sobrerrepresentación en el Congreso mexicano ha abierto un debate crucial sobre la transparencia en los procesos electorales. Mientras algunos sectores de la oposición intentan desvirtuar los acuerdos que han permitido a Morena y sus aliados obtener una mayoría calificada, es fundamental comprender que el verdadero desafío no reside en los números, sino en la forma en que se comunica y garantiza la transparencia de estos procesos a la ciudadanía.

La Constitución mexicana y las leyes electorales están diseñadas para asegurar una representación que refleje la voluntad popular, y los acuerdos de coalición son una herramienta legítima dentro de este marco. Sin embargo, la narrativa de la “sobrerrepresentación” ha sido manipulada por quienes buscan desestabilizar la legitimidad del gobierno actual, ignorando que estas mismas reglas fueron utilizadas por sus propios partidos en el pasado.

En lugar de centrarnos en debates que buscan desacreditar logros legítimos, es hora de mirar hacia el futuro y considerar cómo la tecnología puede fortalecer la confianza en el proceso democrático. El Instituto Nacional Electoral (INE) tiene en sus manos la capacidad de implementar herramientas tecnológicas que permitan a la ciudadanía entender de manera clara y accesible cómo se forman las coaliciones y cómo se distribuyen los escaños en el Congreso. Estas herramientas deben asegurar que la voluntad popular, expresada en las urnas, se refleje de manera precisa y transparente en la composición legislativa.

Según un informe de la International Institute for Democracy and Electoral Assistance (IDEA), los sistemas electorales que incorporan tecnología avanzada no solo mejoran la transparencia, sino que también reducen significativamente las oportunidades de fraude.

El INE podría adoptar plataformas de transparencia en tiempo real que permitan a los ciudadanos ver cómo se distribuyen los escaños en función de los votos recibidos y los acuerdos de coalición establecidos. Estas plataformas no solo mostrarían la asignación de escaños, sino también proporcionarían cálculos detallados y verificables que expliquen cómo se alcanzaron esas cifras, basados en las fórmulas utilizadas.

Un modelo a seguir podría ser el desarrollado en Canadá, donde Elections Canada ha implementado herramientas que permiten a los ciudadanos verificar la distribución de escaños y entender las implicaciones de los acuerdos políticos en tiempo real.

Es hora de que México avance hacia una democracia más robusta, donde la tecnología y la transparencia sean las piedras angulares de la confianza pública. El INE tiene la responsabilidad y la oportunidad de liderar este esfuerzo, asegurando que cada voto cuente y que cada escaño en el Congreso refleje la voluntad popular de manera justa y transparente. Así se evitarán confusiones y se reforzará la legitimidad de los procesos que han permitido a Morena y sus aliados representar a la mayoría de los mexicanos.

La transparencia electoral debe ser una realidad palpable, donde la tecnología y la información clara empoderen a la ciudadanía y protejan la integridad del proceso democrático, en beneficio de quienes ejercen su derecho al voto y de los partidos y líderes políticos que hablan con la verdad. De esta forma, se evitarán las campañas de desinformación que no solo no abonan a la democracia, sino que la lastiman. Es a través de estas herramientas que podemos garantizar un futuro donde la democracia mexicana continúe fortaleciéndose.

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La experiencia de usuario aeroportuario: un llamado a la tecnología funcional

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Por: Jorge Antonio Cano Félix

Viajar en avión es una experiencia que despierta emociones contrastantes. Desde la emoción de llegar a un destino nuevo hasta la frustración por retrasos y problemas logísticos. Sin embargo, en México, algo que se ha vuelto demasiado común es la falta de información clara y accesible en los aeropuertos.

A lo largo de los años, he tenido la oportunidad de viajar por diversos aeropuertos del país y experimentar sus sistemas de primera mano. Lo que se percibe es un patrón evidente: la tecnología en la mayoría de los aeropuertos de México parece estar más enfocada en lo decorativo que en lo funcional. Esta situación no solo afecta la experiencia del usuario, sino que impacta directamente en la competitividad del sector aeronáutico mexicano.

Datos del World Economic Forum indican que México ocupa el lugar 61 en calidad de infraestructura aeroportuaria a nivel mundial, lo que refleja una necesidad urgente de modernización. Sin embargo, este panorama ha comenzado a cambiar gracias al impulso de políticas enfocadas en mejorar la infraestructura del país, promovidas por la actual administración y que continuarán bajo el liderazgo de la próxima presidenta, quien ha destacado la importancia de modernizar y hacer más eficientes los servicios en sectores clave como el transporte y la tecnología aeroportuaria.

Algo que en particular urge se haga en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), uno de los más importantes de América Latina,y que ha sido señalado en diversas ocasiones por su ineficiencia tecnológica. Según un informe de Skytrax, las quejas más comunes de los usuarios en el AICM incluyen la falta de pantallas informativas actualizadas, la imprecisión en los horarios de vuelo y la reasignación de puertas de embarque sin previo aviso.

Este escenario se agrava cuando consideramos que en otros países, la tecnología aeroportuaria ha avanzado significativamente. Países como Singapur, Japón y los Países Bajos han implementado sistemas de gestión en tiempo real que permiten no solo informar a los usuarios sobre cambios en sus vuelos, sino optimizar la logística de operaciones. Singapur, por ejemplo, ha integrado la inteligencia artificial y el machine learning en el monitoreo de vuelos, lo que permite que los usuarios reciban actualizaciones precisas y personalizadas en sus dispositivos móviles. En México, sin embargo, esta clase de tecnología aún es un lujo en lugar de una norma.

Es evidente que una de las mayores fallas en los aeropuertos mexicanos radica en la falta de coordinación tecnológica entre aerolíneas y aeropuertos. Mientras que aeropuertos de primer nivel como el de Ámsterdam cuentan con plataformas tecnológicas que permiten la comunicación instantánea entre aerolíneas, control de tráfico aéreo y usuarios, en México persiste un desajuste entre las partes involucradas. 

En este contexto, surge una excepción: el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), que ha implementado un enfoque innovador en la experiencia del usuario. Desde su inauguración, el AIFA ha destacado por el uso estratégico de la tecnología. Con sistemas de monitoreo en tiempo real, pantallas informativas claras y una aplicación móvil eficiente, este aeropuerto está marcando un nuevo estándar para la gestión aeroportuaria en el país. 

Según un análisis de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), el AIFA ha logrado reducir en un 30% el tiempo promedio de espera en las áreas de seguridad y abordaje, gracias a la automatización de procesos y a la capacitación tecnológica de su personal. Sin embargo, el resto de los aeropuertos del país sigue rezagado. Mientras que el AIFA demuestra lo que se puede lograr con una integración tecnológica adecuada, los aeropuertos más antiguos deben priorizar la modernización de sus sistemas. 

Aunque el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles ha demostrado ser un modelo positivo, el resto de los aeropuertos del país deben seguir su ejemplo si México aspira a ofrecer un servicio de clase mundial. La integración tecnológica, combinada con una mayor coordinación entre aerolíneas y aeropuertos, no es solo una mejora deseable, sino una necesidad imperante para la eficiencia y competitividad del sector aeronáutico en el país.

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Tecnología y Agua: una apuesta para enfrentar la crisis hídrica en México

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Por: Jorge Antonio Cano Félix

El agua, un recurso vital para la supervivencia humana y el desarrollo económico, enfrenta una crisis global que no puede ser ignorada. En México, la situación es particularmente crítica, con un estrés hídrico que afecta a gran parte de la población y provoca sequías recurrentes en el territorio nacional. La solución a este problema no solo depende de la infraestructura tradicional, sino también de la implementación de tecnología avanzada que optimice el uso y la distribución del agua. Con la inversión significativa que se ha anunciado para el próximo sexenio, incluyendo los 30,000 millones de pesos que la próxima presidenta Claudia Sheinbaum destinará a obras hidráulicas a través de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), México se posiciona para enfrentar estos desafíos con determinación.

Recientemente, leí que el presidente del Consejo Consultivo del Agua, Raúl Rodríguez Márquez, destacó en una entrevista la importancia de un esfuerzo transexenal que garantice la continuidad en la inversión hídrica y asegure que los proyectos de infraestructura se mantengan en marcha durante los próximos diez años. Este enfoque permitirá que el país no solo mejore su infraestructura existente, sino que también integre soluciones tecnológicas avanzadas que maximicen la eficiencia en la gestión del agua.

La tecnología juega un papel fundamental en la gestión eficiente del agua. En México, el 76% del agua se utiliza en el sector agrícola, el 14% en el consumo doméstico, el 5% en la generación de energía eléctrica y el 5% en la industria. Con la inversión en nuevas tecnologías de riego avanzado y sistemas de monitoreo de humedad del suelo, se espera mejorar la eficiencia en el uso del agua en el campo, lo que impulsará la productividad agrícola y reducirá las pérdidas. Estas tecnologías son una apuesta segura que complementa los esfuerzos del gobierno para optimizar el uso de este recurso tan valioso.

Además, la implementación de tecnologías de inteligencia artificial y sensores avanzados para la detección de fugas en la red de agua potable se ha vuelto imprescindible. El uso de estas tecnologías no solo ayuda a identificar y reparar fugas, sino que también permite optimizar la presión en las tuberías y reducir las pérdidas de agua, que en algunos sistemas pueden llegar al 50% del total distribuido. Un ejemplo destacado es el caso de Singapur, donde la Agencia Nacional del Agua (PUB) ha implementado un sistema de sensores inteligentes y análisis de datos en tiempo real que ha logrado reducir las pérdidas de agua no registrada a menos del 5%. De manera similar, en España, la ciudad de Barcelona ha adoptado una red de sensores que monitorean el flujo de agua y detectan fugas, lo que ha permitido reducir las pérdidas en un 20%. En Londres, Thames Water ha utilizado inteligencia artificial y Big Data para prever y prevenir fugas, con lo que ha logrado una disminución significativa en las pérdidas de agua y ahorrado millones de litros diarios.

En México, la próxima administración, que será dirigida por Sheinbaum Pardo, ya ha demostrado que el tema del agua es una de sus principales prioridades. Durante su gestión en la Ciudad de México, de 2019 a 2022, se invirtieron 4 mil 700 millones de pesos en obras para el abastecimiento y distribución del agua a través del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACMEX). Estos esfuerzos reflejan el compromiso de integrar soluciones tecnológicas avanzadas para enfrentar los desafíos hídricos. 

Asimismo, proyectos como el de desalación de agua de mar en Tamaulipas, inspirados en tecnologías implementadas en los Emiratos Árabes, muestran cómo la innovación tecnológica puede ofrecer soluciones sostenibles a largo plazo. Las crisis hídricas recientes en estados clave como Nuevo León y la Ciudad de México, donde el Sistema Cutzamala ha registrado niveles históricamente bajos, destacan la importancia de abordar el problema desde una perspectiva integral que combine inversión, tecnología y políticas públicas efectivas.

De igual manera, la inversión público-privada también juega un papel crucial en este desafío. La apertura a la inversión del sector privado, bajo un marco de transparencia y rendición de cuentas, permitirá acelerar la implementación de soluciones tecnológicas y mejorar la infraestructura hídrica existente. Esto no solo beneficiará a los consumidores, sino que también asegurará la competitividad del país en el contexto global.

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Tecnología como catalizador para el turismo rural

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Por: Jorge Antonio Cano Félix

El turismo rural en México ha emergido como un motor potencial de desarrollo económico y social, especialmente en las regiones marginadas del país. Sin embargo, para que esta industria alcance su verdadero potencial, es crucial que el Estado se convierta en un catalizador que provea servicios tecnológicos sin costo a los pequeños prestadores de servicios turísticos. Estas comunidades, a menudo ricas en patrimonio cultural y natural, enfrentan barreras significativas en la adopción de tecnologías que podrían amplificar su alcance y competitividad en un mercado global.

La próxima secretaria de Turismo, Josefina Rodríguez Zamora, ha destacado la importancia de impulsar el turismo para todos, lo que incluye a los pueblos indígenas, artesanos y comunidades rurales. Su enfoque promete continuar con las políticas de desarrollo regional impulsadas por la Cuarta Transformación, que han tenido un impacto positivo en sectores anteriormente olvidados. No obstante, para que estas políticas sean verdaderamente efectivas, deben ir acompañadas de un esfuerzo concertado para integrar tecnologías que faciliten el acceso al mercado global a estos prestadores de servicios.

Un estudio del Banco Mundial indica que el acceso a la tecnología puede aumentar los ingresos de los pequeños negocios hasta en un 30% . En el contexto del turismo rural, esto significa que herramientas como plataformas de reservas en línea, sistemas de pago digital y marketing digital podrían ser esenciales para que los prestadores de servicios en regiones marginadas puedan competir en igualdad de condiciones con destinos turísticos más establecidos. Además, la tecnología puede jugar un papel crucial en la preservación de las culturas locales, al permitir que las comunidades compartan sus tradiciones y conocimientos de manera directa con turistas de todo el mundo.

El Tren Maya, por ejemplo, es un proyecto que promete conectar 190 atractivos turísticos en el sureste de México. Sin embargo, para que las comunidades locales realmente se beneficien de esta infraestructura, es necesario que el Estado provea acceso a tecnologías que les permitan integrarse al mercado turístico. Esto podría incluir la creación de plataformas digitales que faciliten la comercialización de productos y servicios locales, así como programas de capacitación en habilidades digitales para que los habitantes puedan gestionar sus negocios de manera más eficiente y sostenible.

La Secretaría de Turismo deberá entonces considerar la implementación de políticas que promuevan la adopción de tecnologías en estas zonas, ya sea mediante subsidios, alianzas público-privadas o programas de capacitación técnica. Además, la colaboración con plataformas tecnológicas existentes podría facilitar la inclusión de estos pequeños prestadores en la economía digital, lo que aseguraría que la riqueza cultural y natural de México sea accesible para un público global. Según datos de la Organización Mundial del Turismo, el turismo rural tiene el potencial de contribuir con hasta el 10% del PIB en economías emergentes , lo que subraya la importancia de esta industria para el desarrollo económico de México.

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