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El sueño de Desmond Watson en la NFL se ha visto truncado de forma prematura. Tampa Bay Buccaneers decidió prescindir del liniero defensivo de 22 años, quien saltó a la fama por ser el jugador más pesado en la historia de la liga, con 210 kilos. Pese a que su llegada generó curiosidad y expectativa, esa misma condición física le impidió cumplir con los estándares exigidos por la franquicia.

Watson, egresado de los Florida Gators, llegó como agente libre tras no ser seleccionado en el Draft 2025. Su contrato era por tres años y hasta tres millones de dólares, pero con garantías mínimas de apenas 70 mil. Desde el principio, el cuerpo técnico lo apartó de los entrenamientos habituales para enfocarlo en un proceso de control de peso.

El club diseñó un plan de trabajo específico con especialistas en nutrición y preparación física. Sin embargo, el esfuerzo no rindió los frutos esperados, y la directiva tomó la decisión de cortarlo. Según reportes, el jugador nunca estuvo cerca de los parámetros fijados por la institución.

De haber alcanzado el emparrillado, Watson habría establecido una marca sin precedentes como el jugador más pesado en disputar un partido de la NFL, por encima de Trent Brown y Daniel Faalele, quienes actualmente ostentan el récord con 172 kilos.

El entrenador Todd Bowles subrayó que el objetivo iba más allá de lo deportivo. “No se trata solo de jugar, se trata de ser más saludable”, dijo. Watson, por su parte, había expresado su intención de cambiar la narrativa sobre su figura: “Quiero que me reconozcan como buen jugador de fútbol americano, no solo por mi peso”.