Durante la ceremonia de despedida al Papa Francisco, una escena rompió el riguroso protocolo del Vaticano: sor Geneviève Jeanningros, monja de 81 años y amiga cercana del pontífice, se acercó discretamente al féretro y permaneció varios minutos en oración, sin que nadie se atreviera a interrumpirla.
Sor Geneviève, de la orden de las Hermanitas de Jesús, es conocida por su incansable labor durante más de cinco décadas con colectivos marginados, especialmente mujeres trans y feriantes en Ostia, en las afueras de Roma.
El Papa la llamaba “la enfant terrible” por su carácter rebelde y su incansable labor. A lo largo de los años, la monja llevó cada miércoles a audiencias generales a grupos de personas trans y homosexuales, muchas en situación de prostitución, para que pudieran conocer al Papa.
Durante la pandemia, gestionó ayuda para más de 40 personas de estas comunidades, en colaboración con el párroco de la Santísima Virgen Inmaculada de la localidad de Torvaianica.
En una ocasión, el 31 de julio de 2024, consiguió que el Papa visitará un parque de atracciones en Ostia, donde se reunió con los feriantes.
En sus últimos momentos junto a Francisco, sor Geneviève con su presencia era un testimonio vivo del legado pastoral y humano que ambos compartían.
