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La Ciudad de México ha dado el silbatazo inicial a una ambiciosa jornada deportiva. Bajo el liderazgo de Clara Brugada Molina, la capital se ha propuesto un objetivo monumental: arrebatarle a Seattle el Récord Guinness de la clase de fútbol más grande del mundo. El ensayo inaugural marca el comienzo de una preparación que busca congregar a miles de entusiastas, consolidando a la CDMX como la urbe más deportiva de cara al Mundial de 2026.

El desafío es claro y cuantificable: superar la marca actual de 1,038 participantes en una clase de 30 minutos. Para lograrlo, la clase masiva del 1 de marzo de 2026 se estructurará en siete fases técnicas, que abarcarán desde el popular «tiki-taka» hasta una emocionante «tanda de penales», con una duración total de 35 minutos. La coordinación colectiva será clave para inscribir este logro en la historia.

Más allá de la hazaña deportiva, la iniciativa lleva un mensaje social profundo. La Jefa de Gobierno presentó el Decálogo pambolero de valores, promoviendo el respeto, la equidad y la convivencia armónica. Esta guía moral busca que «cada pase, cada gol y cada abrazo» sean «una jugada de paz», transformando el evento en una plataforma de inclusión y cohesión social.

La preparación no será un evento aislado. El camino hacia el récord incluirá clases semanales en colonias y barrios de las 16 demarcaciones. Como incentivo y símbolo de unidad, el «Gran Balón mundialista» recorrerá estos puntos, esperando ser firmado por diversas personalidades. Además, se reveló la mascota oficial de la ciudad para el Mundial: un ajolote con penacho, cuyo nombre será elegido por la ciudadanía.

La voz de la experiencia también estuvo presente con la exseleccionada nacional Elvira Aracén Sánchez, quien recordó la histórica concentración de 110 mil personas en el Estadio Azteca hace más de 50 años. Su mensaje fue un llamado a las nuevas generaciones –especialmente a las niñas y jóvenes– a abrazar la disciplina y el coraje, y a mantener la fuerza que abrió el camino para el fútbol femenil, demostrando que el triunfo está escondido «en cada mexicano».