El presidente de Kenia, William Ruto, elevó la tensión al ordenar mano dura contra los manifestantes que han sacudido al país en la última semana. En un discurso televisado, afirmó que “cualquiera que vaya a quemar la propiedad ajena (…) Debería recibir un disparo en la pierna, e ir al hospital de camino al tribunal”, y agregó que “no deberían matar a la persona, pero deberían impactar en las piernas para rompérselas”.
La declaración se produce tras una ola de protestas antigubernamentales que ha dejado al menos 31 muertos, principalmente durante la jornada del lunes, cuando la policía empleó gases lacrimógenos, cañones de agua y fuego real para contener a los manifestantes. Varios supermercados, negocios e incluso hospitales fueron saqueados o incendiados.
Las movilizaciones comenzaron el 9 de junio, tras la muerte bajo custodia del bloguero y maestro Albert Ojwang, de 31 años, detenido presuntamente por difamar a un alto mando policial. Un informe forense reveló signos de tortura, desmintiendo la versión oficial de suicidio y reavivando las protestas contra el gobierno.
Las manifestaciones, encabezadas por jóvenes de la generación Z organizados a través de redes sociales, exigen reformas profundas, empleo y rendición de cuentas.
Ruto, quien llegó al poder en 2022 con un discurso a favor de los sectores más pobres y contra las ejecuciones extrajudiciales, ha optado ahora por una retórica más severa. En su cuenta de X, calificó a los manifestantes como “terroristas” y advirtió que no permitirá “que el país sea destruido por elementos retrógrados”.
Las reacciones internacionales no tardaron en llegar. La ONU y organizaciones de derechos humanos condenaron el uso excesivo de la fuerza, la muerte de una niña de 12 años y la detención de menores durante las protestas.
La crisis social y la respuesta del gobierno debilitan seriamente las aspiraciones de Ruto de cara a una posible reelección en 2027.