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Efraín Juárez arribó al Atlético Nacional como una figura respetada. Como jugador Campeón del mundo Sub-17 en 2005, mundialista en Sudáfrica 2010 y con paso por clubes como Celtic y América, su trayectoria prometía éxito. Además, como auxiliar técnico, ganó un título en la MLS con el New York City FC y acumuló experiencia en Europa en clubes como Estándar Lieja y Brujas.

El mexicano comenzó revitalizando al equipo verdolaga con un estilo directo y apasionado. Demostró capacidad técnica y liderazgo. Sin embargo, un incidente en la semifinal de la Copa Colombia 2024 marcó un punto crítico: tras gestos hacia la tribuna rival, estalló una invasión de cancha que puso en jaque su carrera en Colombia.

La Federación Colombiana de Fútbol no tardó en imponer una sanción de hasta cinco años de suspensión de los estadios y una multa de 26 millones de pesos colombianos. El Atlético Nacional calificó la medida como “desproporcionada” y apeló, mientras la presión mediática y social crecía contra Juárez.

El episodio más reciente ocurrió ante Santa Fe, donde Juárez fue expulsado tras celebrar efusivamente un gol. Su gesto de simulación de esposas generó opiniones divididas: algunos lo interpretaron como una protesta válida, otros lo vieron como un acto que rebasó los límites del profesionalismo. Este hecho volvió a polarizar a la afición y los analistas deportivos.

Juárez está en una encrucijada. Mientras el proceso de apelación avanza, su futuro en Atlético Nacional pende de un hilo.

https://twitter.com/Futbolfpc/status/1859425275815121248