En el terreno de juego, Stefon Diggs es el motor de los New England Patriots; fuera de él, es ahora el protagonista de una investigación criminal. Con 82 recepciones y 970 yardas, Diggs está a un paso de convertirse en el primer receptor del equipo en alcanzar la marca de las mil yardas desde 2019. No obstante, la acusación por estrangulamiento que pesa sobre él amenaza con truncar su mejor temporada estadística justo antes de los partidos de eliminación directa.
El calendario judicial de Diggs se ha convertido en el peor enemigo de los Patriots. Su audiencia el 23 de enero obligará al jugador a enfocarse en los tribunales en lugar de los entrenamientos previos a los playoffs. Esta distracción llega cuando la ofensiva de New England parecía haber encontrado su ritmo, siendo Diggs el receptor más confiable para su quarterback y el líder en todas las categorías aéreas del equipo en lo que va del año.
David Meier, el representante legal del jugador, ha intentado calmar las aguas argumentando que el caso tiene un trasfondo puramente económico. La defensa alega que se trata de una disputa salarial que escaló indebidamente a una denuncia de agresión. Este argumento será la base de su estrategia legal para evitar que la NFL tome medidas drásticas que podrían dejar a los Patriots sin su arma más peligrosa durante el camino hacia el Super Bowl.
La organización ha sido clara: el fútbol americano queda en segundo plano ante cargos de esta naturaleza. Aunque Diggs sigue entrenando con el grupo para el duelo contra Miami, la sombra de una suspensión administrativa por parte del comisionado Roger Goodell es latente. La política de la liga es estricta con los incidentes de violencia doméstica o agresión personal, y cualquier evidencia que surja en enero podría cambiar drásticamente el panorama competitivo del equipo.
Para los aficionados de los Patriots, la noticia es un balde de agua fría en un cierre de temporada que prometía ser histórico. Diggs llegó en marzo pasado como la pieza faltante del rompecabezas de reconstrucción de New England. Ahora, tanto la gerencia como los fanáticos deben esperar a que la justicia determine si el receptor podrá terminar lo que empezó en el campo o si su paso por la franquicia quedará marcado por este proceso extra cancha.





