El encuentro entre los Boston Celtics, campeones defensores de la NBA, y los Washington Wizards, uno de los equipos con el peor récord de la liga, parecía ser un trámite para los locales. Con una ventaja de 35 puntos a falta de seis minutos, nada indicaba que algo fuera de lo común ocurriría… hasta que un altercado detrás del banquillo visitante interrumpió la calma. Marcus Smart, exjugador de Boston y actual base de los Wizards, fue protagonista de un acalorado intercambio con un fanático local, generando tensión en el TD Garden. Compañeros y miembros del cuerpo técnico intervinieron para contener al jugador.
Smart explicó posteriormente que no buscaba confrontar, sino prevenir que la situación escalara. “Solo estaba tratando de sacarlo antes de que se intensificara más de lo que era”, declaró, indicando que simplemente estaba señalando al hombre a la seguridad del estadio. A pesar de su intención de evitar males mayores, las imágenes del momento muestran a Smart visiblemente molesto y apuntando con firmeza al seguidor, mientras era contenido por sus compañeros.
Este no es un episodio aislado en la carrera del jugador. En 2019, Smart denunció haber sido objeto de comentarios ofensivos por parte de un fanático en Denver. Entonces también criticó a la seguridad por no actuar con la debida diligencia. Aún más recordado es el incidente universitario de 2014, cuando empujó a un aficionado de Texas Tech tras recibir, según se reportó, insultos racistas. Aquella vez, fue suspendido por tres partidos.
El nuevo episodio reabre el debate sobre los límites del comportamiento de los aficionados y la necesidad de proteger tanto a jugadores como al espectáculo mismo. La NBA ha reforzado en años recientes sus protocolos de conducta en arenas, pero escenas como la vivida en Boston subrayan que aún queda camino por recorrer.