Bubba Wallace escribió una página dorada en la historia de la NASCAR al ganar la Brickyard 400, una de las carreras más icónicas del calendario. Lo hizo resistiendo la amenaza de la lluvia, dos reinicios peligrosos y al siempre peligroso Kyle Larson, a quien venció en ambas ocasiones.
El triunfo lo coloca como el primer piloto negro en ganar una carrera de alto perfil en el óvalo del Indianapolis Motor Speedway, una pista de 4 kilómetros con más de un siglo de tradición. Wallace celebró con su familia y su equipo, visiblemente emocionado tras romper una racha de 100 carreras sin ganar.
Gracias a esta victoria, Wallace aseguró su lugar en los playoffs y completó su colección de triunfos en las «cuatro grandes» carreras de la Copa NASCAR. Su desempeño también representó un golpe de autoridad para el equipo 23XI Racing, que atraviesa una disputa legal con la organización de NASCAR.
Por otro lado, el joven Ty Gibbs se consagró campeón del Desafío de Temporada, superando a Ty Dillon en una final sorpresiva. Su 21.º lugar bastó para ganar el torneo de eliminación directa, sumando un cinturón, un anillo y un millón de dólares al botín.
Las emociones no se limitaron al podio. Varias figuras prominentes abandonaron la competencia antes del final, entre ellas Joey Logano, Eric Jones y Ross Chastain, víctima de contactos o fallos mecánicos en una carrera exigente de principio a fin.