La mayor ciudad de la frontera sur de México, Tapachula, emplea a migrantes que quedaron varados por las restricciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para integrarlos a sus cuadrillas municipales y “embellecer” la urbe, la que recibe a más extranjeros en todo el país.
Los indocumentados trabajan bajo el programa de asistencia humanitaria del Gobierno federal y del estado de Chiapas, donde su mayor demanda es obtener un empleo para pagar sus alimentos y viviendas en lo que esperan sus trámites en la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar).
Funcionarios locales defienden que Chiapas y México son lugares “hospitalarios” donde no se discrimina ni criminaliza a migrantes, sino que se les reconoce como personas que buscan un mejor futuro.
Decenas de personas con estatus de migración irregular ya ven a México como una opción de vida tras las restricciones que comenzaron el 20 de enero con la administración de Trump, quien ha anunciado deportaciones masivas, el cierre” de la frontera y el fin de la aplicación CBP One de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza.
El Gobierno mexicano ha recibido a 10 mil 964 migrantes, incluyendo dos mil 539 de otras nacionalidades, deportados desde el 20 de enero, por lo que la presidenta, Claudia Sheinbaum, ha prometido “asistencia humanitaria”, aunque también los retorna a sus países “de forma voluntaria”.