Saltar al contenido principal
Publicidad

Durante décadas hemos vivido en un mundo donde casi todo (el comercio, la deuda, los precios del petróleo, las reservas de los bancos centrales) se mueve al ritmo del dólar. No es exageración: desde los años cincuenta, la economía global ha funcionado como si el dólar fuera la sangre que circula por todas las arterias financieras del planeta.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se convirtió en la economía más grande, más productiva y más estable del mundo. Su moneda era tan confiable que otros países empezaron a guardarla como “ahorro” para emergencias. Con el tiempo, eso convirtió al dólar en la moneda de reserva mundial.

Eso le dio a Estados Unidos un conjunto de ventajas únicas, como la capacidad de endeudarse a bajo costo y financiarse más fácilmente que cualquier otro país del planeta y tener un instrumento poderoso para premiar aliados o castigar adversarios.

Pero hoy ese orden está cambiando. No se trata de un colapso dramático ni de una sustitución inmediata por otra moneda. Es más bien un lento deslizamiento, una transición silenciosa: varios países, bancos centrales y grandes empresas están usando menos dólar que antes y probando alternativas. Entender este movimiento es clave para imaginar el futuro económico, y para México (un país profundamente integrado a Estados Unidos) es indispensable.

¿Por qué está cambiando el sistema? Hay tres fuerzas que están modificando la geopolítica del dólar:

  1. Geopolítica

Desde hace años, Washington ha usado el sistema financiero global (que pasa por bancos estadounidenses y por dólares) para sancionar a países como Irán, Rusia o Venezuela. Eso ha provocado que varias naciones busquen mecanismos para no depender tanto del dólar, por miedo a quedar vulnerables.

China, India, Turquía, Brasil y otros ya cerraron acuerdos de comercio en sus propias monedas, y los bancos centrales de Asia y Medio Oriente están comprando más oro y más euros para diversificar.

  • La (nueva) política económica de Estados Unidos

Los déficits enormes, los ciclos de disputas internas sobre el techo de la deuda, y una política comercial cada vez más agresiva (aranceles a diestra y siniestra) han hecho que el dólar parezca menos estable/confiable como ancla del sistema mundial. Y aunque la economía estadounidense sigue siendo sólida, muchos países han preferido no tener “todos los huevos en una sola canasta”.

  • Nueva tecnología financiera

Hoy existen sistemas de pago que permiten liquidar operaciones internacionales sin pasar por bancos estadounidenses. Además, las monedas digitales de bancos centrales y las stablecoins ofrecen alternativas más rápidas y baratas, lo que abre la puerta a un mundo más multipolar en términos monetarios.

La mayoría de los académicos en Estados Unidos cree que no estamos frente al “fin del dólar”, pero sí ante el fin de su dominancia absoluta. La moneda estadounidense seguirá siendo central (probablemente la más importante del sistema financiero global), aunque ya no actuará como el único eje alrededor del cual gira la economía mundial. El sistema internacional se volverá más complejo: en lugar de un solo centro financiero y comercial dominante, convivirán varios polos con monedas que compiten por influencia en distintos mercados y regiones.

Para México, extremadamente ligado a la economía estadounidense, este nuevo panorama tiene implicaciones directas. Si más operaciones se facturan en euros, yuanes o monedas locales, las empresas mexicanas deberán aprender a manejar esquemas multi-moneda, a cubrir riesgos cambiarios y a operar en un entorno financiero mucho más sofisticado que el actual.

La posible mayor volatilidad del dólar también obligará a México a ser más disciplinado en casa. Una moneda estadounidense menos predecible puede transmitir inestabilidad a países altamente integrados como el nuestro, de modo que fortalecer la macroeconomía y profundizar aún más el mercado local de deuda será fundamental para evitar sobresaltos.

En este contexto, la confianza institucional se vuelve aún más decisiva. Cuando ya no existe una sola moneda que funcione como ancla universal, los inversionistas observan con mayor atención qué países ofrecen reglas claras, contratos confiables y un Estado de derecho robusto. En un mundo con menos certidumbre monetaria, la certidumbre institucional se vuelve el principal recurso de estabilidad.

Para México, eso significa que su credibilidad interna (y no sólo su geografía) será determinante para aprovechar este nuevo orden mundial.

Sergio F. Vargas Téllez

Economista por el CIDE y Maestro en Administración Pública y Desarrollo Internacional por la Universidad de Harvard, EE.UU. Cuenta con más de 14 años de experiencia en el sector público a nivel federal y estatal, así como en organismos internacionales. Imparte la materia Implementación de Políticas Públicas en la Maestría de Gestión Pública del CIDE. Fue Secretario de Desarrollo Económico del estado de Hidalgo, Coordinador de Asesores del Subsecretario de Hacienda y Crédito Público. Actualmente es Asesor en el Senado de la República para el Grupo Parlamentario Morena.