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La llamada «pelea del siglo», donde el púgil Terence Crawford derrotó a Canelo Álvarez en la división supermediana, no solo dejó 50 millones de dólares en la bolsa del ganador, sino también un amargo sabor en la directiva del Consejo Mundial de Boxeo (CMB). Pese al éxito, el CMB lamenta que la superestrella no cumpliera con las normativas previamente establecidas por el organismo.

Antes de su ascenso al supermediano y este combate de ensueño, el boxeador ya había mostrado una falta de respeto por las reglas del CMB. Este patrón de desobediencia, sumado a la nula respuesta a los llamados del organismo, llevó a la directiva a tomar la decisión más drástica: la retirada oficial del cinturón del CMB por no honrar las obligaciones correspondientes.

El CMB, siguiendo la política de su presidente, Mauricio Sulaimán, no reclamó el 3% habitual de la ganancia. En su lugar, se estableció una cuota mínima y «muy clara» del 0.6%, lo que equivalía a 300,000 dólares. De esa suma, 225,000 estaban destinados directamente al fondo de apoyo para exboxeadores necesitados.

Lo que más entristece a la cúpula del CMB no es solo la pérdida de la cuota, sino la falta de cortesía. Sulaimán subraya la ausencia de una simple disculpa o un gesto de «gracias» por el camino seguido. La directiva solo ha encontrado silencio por parte del campeón, ni siquiera un «lo siento» por tomar otro camino.

El CMB, tal como lo expresa su presidente, es una entidad que representa la «grandeza» del boxeo, y por ello, la indiferencia y el desprecio a las normativas resultan «lamentables». Aunque le desean lo mejor, la organización se mantiene firme en sus valores, aliviada de haber «dicho la verdad» tras la inacción de Crawford.