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Marc Márquez no corre, conquista. El piloto español volvió a dejar sin respuestas a sus rivales al obtener la pole position del GP de Hungría, y luego triunfar sin oposición en la carrera sprint, como si estuviera pilotando en otra categoría. Márquez sumó así su 74ª pole y 13ª victoria sprint en un año donde cada curva lleva su firma.

Balaton Park fue testigo del poderío de un campeón en plena forma. Desde la primera curva hasta la meta, nadie pudo ni siquiera incomodarlo. Ni Bezzecchi ni Di Giannantonio, pese a su esfuerzo en la Q1, pudieron frenar al #93.

El dominio de Márquez no es solo numérico. Es psicológico. Sus rivales parecen derrotados antes de arrancar. Álex, su hermano, lo intenta, pero no pasa del octavo lugar. Y Bagnaia, campeón del pasado, vive un 2025 para el olvido.

Con 152 puntos de ventaja y ocho Grandes Premios aún por correr, el destino parece escrito: Márquez será campeón otra vez. Su pilotaje, agresivo y preciso, recuerda a los años dorados del motociclismo español.

Hungría se rinde ante Marc. Cada adelantamiento, cada pole, cada sprint ganado lo acerca a la eternidad. Su séptimo doblete consecutivo está a la vista. ¿Quién puede detenerlo?