El Santos ha cerrado una de las temporadas más emotivas de su historia, un desenlace que se debe al regreso oportuno y heroico de Neymar Jr.. El delantero regresó al Peixe en el momento más tenso, liderando al equipo a una victoria decisiva ante Cruzeiro que no solo significó evitar la humillación del descenso, sino también una inyección de esperanza para la afición.
El impacto de Neymar fue inmediato, reforzando el lazo emocional que lo une al club que lo vio nacer. Lo que la afición no sabía es que el astro estaba jugando en condiciones extremas, con el menisco roto, un dato que magnifica su compromiso y entrega. Su liderazgo y esfuerzo silenciaron las críticas a su estado físico y lo consolidaron, una vez más, como un ídolo indiscutible.
El triunfo se tradujo en un doble premio: la permanencia en Primera División y la clasificación a la Copa Sudamericana. Este boleto internacional es un logro inesperado para un equipo que luchó contra el descenso y que ahora tiene la oportunidad de revitalizar su proyecto competitivo y recuperar protagonismo en el continente.
Con el miedo transformado en ilusión, la directiva se enfrenta a la urgente tarea de asegurar el futuro de su héroe. Neymar, aunque afirmó que su prioridad siempre será el Santos, dejó un mensaje que generó preocupación: “Necesito unos días ahora, necesito descansar y luego decidir mi futuro”. Su continuidad para el proyecto 2026 dependerá de su recuperación física y de la propuesta deportiva del club.
La temporada cerró con un capítulo grabado en la historia del Santos: el de Neymar regresando para salvar al equipo y devolverle la ilusión. La posibilidad de retener al delantero para disputar la Sudamericana marca la diferencia entre un proyecto de reconstrucción modesto y uno con ambiciones internacionales.










