León XIV apeló al amor como antídoto contra los males que afligen el mundo, desde el egoísmo que impide “establecer vínculos”, a las guerras que surgen de “la lógica de la exclusión”, sin olvidar los dolorosos “feminicidios“, durante la misa del Domingo de Pentecostés.
Ante unos 80 mil fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, durante su homilía el Papa recordó a sus predecesores Benedicto XVI y Francisco.
“El Espíritu abre las fronteras y nuestra vida al amor”, citando las palabras que usó Benedicto XVI 20 años atrás, también en Pentecostés, cuando aseguró que la Iglesia “debe abrir las fronteras entre los pueblos y derribar las barreras entre las clases y las razas”, sin “olvidados ni despreciados”.
Antes de la eucaristía, el pontífice recorrió la plaza sobre su papamóvil, bendiciendo a decenas de niños que le acercaban sus colaboradores al vehículo descapotable.
La misa congregó a fieles católicos de más de 100 países, entre ellos España, México, Brasil, Argentina, Perú y Colombia llegados para el Jubileo, en un ambiente festivo con banderas, cánticos y carteles.