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El francés Leon Marchand logró lo que parecía imposible: borrar del libro de récords la marca de Ryan Lochte en los 200 metros combinados. Lo hizo con un tiempo espectacular de 1:52.69 durante las semifinales del Mundial en Singapur. Marchand rebajó casi un segundo y medio la marca de Lochte en 2011 (1:54.00).  Su reacción tras tocar la pared lo dijo todo: incredulidad, emoción y justicia poética para un atleta que no pudo lograrlo en casa durante los Juegos Olímpicos.

El año postolímpico no fue sencillo para Marchand. Las lesiones y el agotamiento lo alejaron temporalmente de la piscina. Incluso se ausentó del Mundial de piscina corta en Hungría. Sin embargo, en Singapur decidió concentrarse en sus pruebas favoritas y el resultado fue histórico.

Las condiciones esta vez estuvieron de su lado. A diferencia de la piscina de La Défense en París, que fue instalada en un recinto no diseñado para natación y cuya menor profundidad afectó el rendimiento de los atletas, Singapur ofreció una cuenca más profunda y apta para explotar al máximo el potencial de los nadadores.

El récord anterior, vigente desde 2011, cayó gracias a un despliegue de técnica y potencia sin errores. Marchand construyó su victoria desde el primer tramo, lanzado por el empuje inicial del estadounidense Shaine Casas, y mantuvo el ritmo con autoridad en cada cambio de estilo.

Marchand no solo volvió, lo hizo como un campeón renovado y resiliente. Esta actuación confirma que el campeón olímpico tiene aún mucho por ofrecer y que su hambre de superar límites no se sacia con medallas, sino con récords imborrables.