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Este martes, la NBA festeja el cumpleaños 41 de su mayor ícono activo. LeBron James llega a esta cifra en medio de su temporada 23, un número simbólico que coincide con el dorsal que lo acompañó en su ascenso al trono. La carrera de James es un puente entre generaciones; ha jugado contra una decena de parejas de padres e hijos, desde los Robinson hasta los Jackson-Davis, demostrando que su talento es capaz de sobrevivir al paso de dos décadas de evolución atlética.

La estadística que mejor explica su impacto es su porcentaje de rivales enfrentados. Haber competido contra más de un tercio de todos los jugadores que han pisado la NBA es una cifra que marea. Desde su debut el 29 de octubre de 2003, LeBron ha visto ir y venir estrellas, equipos y sistemas de juego, manteniéndose siempre como la constante competitiva. Mientras el resto de los jugadores del Draft de 2003, 2004 y 2005 ya se han retirado, él sigue siendo una pieza fundamental en Los Ángeles.

El factor biológico es el que más asombro genera entre los expertos. James es mayor que varios de los estrategas que hoy dirigen en la liga, como Mitch Johnson o Mark Daigneault. Esta situación crea una dinámica única donde el jugador en la duela posee más experiencia acumulada que quienes diseñan las pizarras en el banquillo contrario. Es un «entrenador en la cancha» en el sentido más literal de la palabra, habiendo procesado el juego durante 23 años de profesionalismo.

La historia de los Lakers sumó un capítulo imborrable este año con la inclusión de Bronny James en el roster. Ver a un padre cumplir 41 años mientras comparte vestuario con su hijo es un escenario que parece sacado de un guion de cine, pero que LeBron ha hecho realidad a base de disciplina y una inversión millonaria en su cuidado físico. Este hecho es el sello final de una carrera que ya no tiene nada que demostrar, pero que se resiste a finalizar.

¿Será este el último cumpleaños de LeBron en la NBA? Aunque los rumores de retiro siempre están presentes, su nivel de juego actual sugiere que el «Rey» podría seguir desafiando las probabilidades un tiempo más. Al llegar a los 41, James no solo celebra el pasado, sino un presente donde sigue siendo uno de los mejores aleros del mundo, extendiendo un estándar de excelencia que probablemente nunca volvamos a ver.