La NFL está implementando un cambio radical en la homologación de sus superficies de juego. Antes de la temporada 2028, todos los estadios deberán instalar nuevos campos que cumplan con rigurosos estándares establecidos mediante pruebas de laboratorio y de campo. El objetivo principal es asegurar la jugabilidad optimizada y la reducción del riesgo de lesiones a través de la consistencia.
El director de campos, Nick Pappas, reveló que el programa se basará en pruebas exhaustivas aprobadas por un comité conjunto con la NFLPA. Estas pruebas se llevarán a cabo con dos herramientas clave: el dispositivo BEAST, que simula los movimientos de un jugador para probar la tracción; y el STRIKE Impact Tester, que determina la firmeza de cada campo.
Pappas explicó que la meta es alejarse de una simple medición de «artificial aquí y césped aquí», para poder analizar las propiedades biofísicas de cada superficie individual y su correlación con las lesiones. Este enfoque científico busca eliminar gradualmente los campos «menos ideales» y representa un gran paso en la sustentación de la calidad del juego.
A pesar de las preferencias de la mayoría de los jugadores por el césped natural y las quejas sobre superficies sintéticas como la del MetLife Stadium, la NFL no exigirá césped natural en toda la liga. El director médico, el doctor Allen Sills, sostuvo que las investigaciones no han encontrado «diferencias estadísticamente significativas» en las lesiones de extremidades inferiores o conmociones que puedan atribuirse al tipo específico de superficie.
Sills subrayó la complejidad de la ecuación de lesiones, donde la superficie es solo uno de los factores junto con la carga del jugador, la fatiga y los tacos utilizados. La nueva metodología permitirá optimizar las propiedades de cualquier superficie aprobada, sin importar si es césped, sintética o híbrida, en un plazo de dos años a partir de la próxima campaña.









