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La árbitra mexicana Katia Itzel García enfrentó una situación alarmante luego de dirigir el partido entre Monterrey y Cincinnati en la Leagues Cup. La derrota del equipo mexicano ante el conjunto estadounidense desató una reacción desproporcionada por parte de algunos aficionados.

Los señalamientos surgieron tras una decisión arbitral que, según varios seguidores de Rayados, fue crucial para el resultado final. Sin embargo, lo que comenzó como una crítica deportiva escaló a niveles inaceptables: amenazas de muerte contra la colegiada.

García utilizó sus redes sociales para visibilizar los ataques recibidos, publicando capturas de los mensajes intimidatorios. Esta denuncia pone en el centro de la conversación la vulnerabilidad de los árbitros ante la violencia digital.

En una segunda publicación, la silbante no solo rechazó los ataques, sino que contextualizó el problema en la violencia generalizada que aqueja al país. Con cifras alarmantes, hizo un llamado urgente para frenar todo tipo de agresión, especialmente la dirigida contra las mujeres.

Este caso revive el debate sobre el respeto al trabajo arbitral y la responsabilidad social de los aficionados. El fútbol no puede ser excusa para la violencia, y proteger a quienes imparten justicia en la cancha es una obligación urgente.