El mundo del judo paralímpico se vio sacudido por un escándalo sin precedentes: Shahana Hajiyeva, judoca azerí y campeona en Tokio 2020 en la categoría de -48 kg para deportistas con discapacidad visual, fue suspendida de por vida tras descubrirse que posee una visión completamente normal. El engaño fue revelado durante los exámenes médicos previos a los Mundiales de Judo en Hungría, donde se confirmó que su visión es óptima.
El Comité Olímpico de Azerbaiyán intentó justificar la situación alegando cambios en la legislación sobre niveles de discapacidad, pero las pruebas médicas fueron concluyentes y las excusas resultaron insostenibles . Como consecuencia, Hajiyeva fue descalificada, se le revocaron sus títulos anteriores y fue vetada de por vida por las instituciones paralímpicas.
Este caso ha generado un debate sobre la integridad y la verificación adecuada en las competencias paralímpicas. La comunidad deportiva exige medidas más estrictas para evitar que situaciones similares se repitan y para preservar la equidad en el deporte adaptado.
El fraude de Hajiyeva no solo mancha su carrera, sino que también representa una falta de respeto hacia los atletas que compiten con verdadera discapacidad visual. Es fundamental reforzar los controles y garantizar que el espíritu del deporte paralímpico se mantenga intacto.