En la Semana 1 de la NFL, Josh Allen sufrió una fractura en su mano izquierda tras un arriesgado salto hacia la zona de anotación. Sin embargo, el mariscal de campo de los Buffalo Bills no permitió que esto limitara su rendimiento. Sin férula protectora y confiando únicamente en un guante, Allen lidera a los Bills con un récord de 12-3 y es el principal candidato al MVP.
Con 26 pases de touchdown, 11 más por tierra y solo cinco intercepciones, Allen ha demostrado una gran fortaleza dentro del emparrillado. Su capacidad de adaptación ha sido clave para mantener un alto nivel de juego, liderando a Buffalo a la contienda por el primer lugar de la Conferencia Americana junto a los Kansas City Chiefs.
Aunque su lesión ha limitado algunas jugadas, su aportación terrestre sigue siendo consistente, promediando 34.6 yardas por partido. Este balance ofensivo ha sido crucial para el éxito del equipo.
Más allá de sus números, Allen personifica el liderazgo bajo presión. Su determinación han elevado a los Bills como contendientes serios al Super Bowl, demostrando que incluso con adversidad, puede llevar a su equipo a nuevas alturas.