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José Antonio Kast ganó las elecciones presidenciales de Chile con una ventaja contundente sobre la candidata de izquierda Jeannette Jara, en unos comicios que redefinen el panorama político del país. Con más del 80% de las actas contabilizadas, el líder del Partido Republicano logró una diferencia amplia que sorprendió incluso en zonas tradicionalmente progresistas.

El resultado refleja un cambio profundo en el comportamiento del electorado chileno. La jornada estuvo marcada por una alta participación y un clima de expectativa regional.

El triunfo de Kast se extendió a las 16 regiones del país, incluyendo bastiones históricos de la izquierda como Valparaíso y la Región Metropolitana. Su votación fue especialmente sólida en el norte minero y en el sur agrícola, donde el discurso de orden y seguridad tuvo mayor eco.

Desde su equipo, se reconoció el llamado de su rival para aceptar la derrota y se celebró lo que calificaron como un mandato claro de la ciudadanía. La elección se convierte en una de las más amplias desde el retorno a la democracia.

Con este resultado, Kast se convierte en el primer presidente abiertamente pinochetista elegido en democracia, un hecho que marca un punto de quiebre en la historia política reciente de Chile.

Durante su trayectoria, defendió públicamente la continuidad de Augusto Pinochet en el plebiscito de 1988, postura que generó fuerte controversia. Hasta ahora, el único presidente de derecha en este periodo había sido Sebastián Piñera, quien se desmarcó del legado de la dictadura. El contraste histórico añade peso simbólico a la victoria.

La campaña electoral estuvo centrada casi por completo en temas de seguridad y migración irregular, que dominaron el debate público. Kast capitalizó el temor al aumento de la delincuencia, pese a que Chile mantiene índices de homicidio relativamente bajos en comparación regional.

Entre sus principales propuestas destacan la expulsión masiva de migrantes, el endurecimiento de la legislación migratoria y la construcción de cárceles de alta seguridad. Estas promesas fueron clave para consolidar su respaldo.

El nuevo presidente asumirá el cargo el próximo 11 de marzo, cuando reciba la banda presidencial de manos de Gabriel Boric. Gobernará con un Congreso fragmentado, sin mayorías claras, lo que anticipa negociaciones complejas para impulsar su agenda.

Desde 2006, Chile ha mantenido una alternancia constante entre izquierda y derecha, y esta elección no rompe esa tendencia. Sin embargo, la llegada de Kast abre una etapa inédita y de alta tensión política para el país.