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El Ejército israelí atacó el hospital de Al-Aqsa donde se encontraban refugiados al menos un millón de palestinos desplazados. El ataque dejó al menos cuatro muertos y más de 40 heridos, entre los que se encuentran personas quemadas tras un incendio causado por el bombardeo.

Las fuerzas de defensa israelíes (IDF, por sus siglas en inglés) confirmaron por su parte en un comunicado divulgado en la madrugada del lunes que lanzaron un «ataque preciso contra terroristas» que operaban un centro de comando dentro del que describen como un antiguo hospital.

El hospital era «utilizado por terroristas de Hamás para planear y ejecutar ataques terroristas contra las IDF y el estado de Israel», añade el comunicado, sin referirse a posibles muertos o heridos.

El Ministerio de Salud gazatí, controlado por Hamás, denunció la víspera que los hospitales del norte de Gaza seguían por octavo día consecutivo bajo asedio israelí, «poniendo en peligro la vida de los pacientes».