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La lucha libre en México no es solo un deporte, es una forma de expresión artística que mezcla acrobacias, golpes, y teatro. Los luchadores no solo combaten, sino que construyen historias que emocionan al público. En 2018, este espectáculo fue reconocido como Patrimonio Cultural Intangible de la Ciudad de México, un merecido homenaje a una tradición que combina habilidad física, creatividad y una rica herencia cultural.

Este 21 de septiembre, celebramos el Día Nacional de la Lucha Libre y del Luchador Profesional Mexicano, una fecha establecida en 2016 por el Senado de la República. La declaración fue un reconocimiento al impacto cultural y social que ha tenido este deporte en el país, que comenzó a ganar relevancia desde la intervención francesa con las primeras exhibiciones de lucha grecorromana.

La inauguración de la icónica Arena México el 21 de septiembre de 1933 fue un evento clave en la historia de la lucha libre en México. Fundada por Salvador Lutteroth y otros pioneros, la Arena México se convirtió en un templo donde leyendas como El Santo, Blue Demon y Mil Máscaras se inmortalizaron. Desde entonces, la lucha libre ha ganado popularidad, cautivando tanto a mexicanos como a espectadores internacionales.

Durante el mes patrio, cuando recordamos importantes efemérides que celebran nuestra identidad nacional, la lucha libre ocupa un lugar destacado como uno de los deportes-espectáculo más arraigados en la cultura popular. Esta tradición ha evolucionado, atrayendo no solo a las clases populares sino también a un público diverso que disfruta de esta mezcla única de espectáculo y deporte.