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Funcionarios migratorios de Estados Unidos podrán deportar a migrantes a países distintos de su lugar de origen con solo seis horas de antelación, según un memorando interno del gobierno de Donald Trump.

La directiva, firmada el 9 de julio por Todd Lyons, director interino del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), flexibiliza los tiempos mínimos de notificación previos a una expulsión hacia un «tercer país».

Aunque el ICE suele esperar al menos 24 horas tras informar a una persona sobre su deportación, el documento permite reducir ese plazo a seis horas en “circunstancias apremiantes”, siempre que el migrante haya tenido la oportunidad de consultar con un abogado.

El memorando indica que los migrantes pueden ser enviados a terceros países que hayan garantizado no perseguirlos ni torturarlos, sin necesidad de más procedimientos.

Esta medida fue facilitada después de que la Corte Suprema levantara en junio una restricción judicial que impedía dichas deportaciones sin evaluar el riesgo de persecución en el país receptor.

El gobierno sostiene que las deportaciones a terceros países agilizan la expulsión de personas sin estatus legal, incluso aquellas con antecedentes penales.

Sin embargo, críticos califican esta práctica como inhumana, ya que podría enviar a migrantes a lugares donde enfrentan riesgos, carecen de vínculos y desconocen el idioma.