Marc Márquez volvió a la cima del motociclismo tras conquistar su noveno campeonato mundial, séptimo en la categoría reina, igualando a Valentino Rossi en títulos de MotoGP. El piloto de Cervera lo logró en Motegi, a falta de cinco carreras, confirmando su temporada más completa con Ducati.
Seis años pasaron desde su último título en 2019, un periodo marcado por caídas, lesiones y problemas físicos que pusieron en duda su continuidad. La fractura de húmero en Jerez y la larga recuperación parecían un obstáculo insuperable, pero Márquez demostró una vez más su capacidad de resiliencia.
Su incorporación al equipo Gresini fue el primer paso hacia la reconstrucción. Allí volvió a sentirse competitivo, compartiendo victorias con su hermano Álex y preparando el terreno para un 2025 inolvidable. La unión con Ducati transformó su rendimiento y lo convirtió en líder absoluto de principio a fin.
La temporada fue de récords: con 541 puntos superó la marca histórica de Jorge Martín con 508, y apenas cedió el primer lugar del podio en contadas ocasiones. Escenas como la de los hermanos Márquez en el podio de Tailandia quedarán grabadas en la memoria de los aficionados.
En el GP de Japón, Márquez terminó segundo detrás de Pecco Bagnaia, resultado suficiente para asegurar el título. El abrazo con su equipo y las lágrimas al bajar de la moto simbolizaron más que una victoria deportiva: fue el triunfo de la perseverancia, del esfuerzo y de la pasión intacta por las dos ruedas.