Juan Carlos Ferrero ha expresado abiertamente su tristeza tras oficializarse su salida del equipo de Carlos Alcaraz. El entrenador, que moldeó al fenómeno murciano desde su adolescencia, admitió que el sentimiento predominante no es el rencor, sino la melancolía por ver interrumpido un camino que parecía no tener techo. Para Ferrero, los siete años de trabajo conjunto representaron más que una simple relación laboral, convirtiéndose en un vínculo emocional difícil de romper.
El técnico valenciano explicó que, a pesar de los éxitos compartidos, la renovación de su vínculo contractual se volvió imposible al chocar con las nuevas pretensiones del equipo de gestión de Alcaraz. Ferrero enfatizó que «ellos tienen sus intereses y yo los míos», subrayando que la falta de consenso en cláusulas privadas fue la barrera definitiva. Esta revelación arroja luz sobre cómo las estructuras de poder dentro de los equipos de alto rendimiento pueden fracturar incluso las relaciones más sólidas.
La respuesta de Carlos Alcaraz padre no tardó en llegar, aunque fue notablemente breve y distante. Al ser consultado sobre las palabras de Ferrero, el padre del tenista evitó cualquier tipo de sentimentalismo o explicación técnica sobre la ruptura. Su declaración de que cada quien opina según lo que sabe ha sido interpretada por muchos como una forma de cerrar filas y proteger la nueva estrategia que regirá la carrera de su hijo a partir de ahora.
La trayectoria de Alcaraz bajo la tutela de Ferrero es estadística pura de leyenda: 6 Grand Slams y el liderato absoluto del ranking ATP. Pocas veces en la historia del tenis un entrenador ha sido capaz de guiar a un talento tan joven hacia una madurez competitiva tan temprana y dominante. Es por ello que la «pena» de Ferrero resuena con tanta fuerza, pues el proyecto se encontraba en su punto máximo de productividad y armonía técnica.
Con la salida de Ferrero, se cierra una de las páginas más hermosas del deporte español contemporáneo. Alcaraz pierde no solo a un estratega galardonado por la ATP, sino a la brújula que lo orientó en su salto a la fama mundial. El futuro dirá si esta decisión, motivada por desacuerdos contractuales, fue un paso necesario hacia la independencia del jugador o un error estratégico que podría afectar su estabilidad en la cima.




