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La Selección Mexicana vive un momento histórico de planeación a largo plazo. Mientras Javier Aguirre concentra sus energías en el Mundial 2026, Rafael Márquez ya está armando el «dream team» que lo acompañará cuando asuma la dirección técnica principal. La noticia más relevante es la llegada de Vidal Paloma, un experto en fuerzas básicas y gestión deportiva que Márquez conoció en España y que será el encargado de supervisar la transición de las joyas juveniles hacia el equipo mayor.

Vidal Paloma aporta un currículum envidiable, habiendo trabajado en la estructura del FC Barcelona y como gestor en la Liga Deportiva Alajuelense. Su labor será fundamental para evitar que las promesas actuales se pierdan en el camino, sirviendo como el arquitecto de un sistema que ya está monitoreando a futbolistas en Europa y México. Esta visión a largo plazo es una respuesta directa a los fracasos de procesos anteriores donde el cambio de entrenador significaba empezar desde cero.

La identidad del equipo será reforzada por Andrés Guardado, cuya incorporación al cuerpo técnico ha generado una gran expectativa. Guardado no solo representa el récord de participaciones mundialistas, sino una mentalidad ganadora forjada durante casi dos décadas en Europa. Su rol será el de auxiliar técnico principal, encargándose de transmitir la filosofía de Márquez a los jugadores y asegurando que la transición generacional del plantel se realice con orden y respeto a la jerarquía deportiva.

El proyecto también contempla el regreso de figuras institucionales como Alfredo Talavera, quien asumirá el entrenamiento de los guardametas tras su paso por Juárez. Con este equipo, Márquez busca rodearse de gente de su entera confianza, pero con capacidades probadas en diferentes áreas del futbol. La mezcla de la escuela catalana traída por Paloma y el ADN de la Selección Mexicana personificado en Guardado y Talavera, crea un ecosistema de trabajo inédito en la historia del Tri.

Con la ratificación de Ivar Sisniega sobre el futuro de Márquez, el mensaje para el futbol mexicano es de estabilidad. El proceso rumbo a 2030 ya tiene pies y cabeza, con reuniones periódicas para definir la estructura y el seguimiento de nuevos talentos. Esta seriedad en la planeación busca que la Selección Mexicana llegue a su próximo compromiso mundialista no solo como anfitrión o competidor, sino como un proyecto sólido y maduro bajo la dirección del mejor defensor en la historia del país.