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La administración de Donald Trump ha intensificado su postura sobre la participación de atletas transgénero en competencias femeninas. Recientemente, el Departamento de Educación envió una carta a la NCAA y a la Federación Nacional de Asociaciones de Escuelas Secundarias Estatales solicitando que se restauren títulos, premios y récords que, según ellos, fueron “apropiados indebidamente por hombres biológicos que compiten en categorías femeninas”. Esta medida busca alinearse con la nueva política de la NCAA, que ahora limita la participación en deportes femeninos exclusivamente a aquellas atletas asignadas como mujeres al nacer.

Uno de los casos más emblemáticos es el de Lia Thomas, nadadora transgénero que en 2022 se coronó campeona nacional en los 500 metros estilo libre. Este resultado ha sido el centro de la polémica, ya que algunas excompañeras de equipo de la Universidad de Pensilvania, Margot Kaczoroski y Ellen Holmsquit, han presentado una demanda contra su universidad, Harvard, la NCAA y el consejo de presidentes de la Ivy League, argumentando que su presencia afectó sus oportunidades deportivas y académicas.

Si bien la NCAA tiene precedentes de modificación de récords y títulos cuando han existido violaciones en reclutamiento u otras infracciones, aplicar estas modificaciones en el nivel de secundaria es un desafío mayor. Para que esto suceda, cada asociación estatal tendría que implementar sus propios cambios, lo que hace que el proceso sea más complejo y prolongado.

El Departamento de Educación ha sido claro en su postura y, a través de Candice Jackson, asesora general adjunta, expresó que hará todo lo posible para corregir lo que consideran un error y defender los logros de las atletas universitarias. Con menos de diez atletas trans compitiendo actualmente en la NCAA, la medida genera un intenso debate sobre la equidad en el deporte universitario.