World Boxing ha anunciado la implementación inmediata de pruebas genéticas obligatorias para todos los boxeadores que participen en sus eventos. Esta medida busca garantizar una competencia equitativa en las categorías masculinas y femeninas mediante la verificación del sexo biológico a través de una prueba PCR que detecta la presencia del cromosoma Y. Atletas clasificados como hombres al nacer o aquellos con diferencias en el desarrollo sexual (DSD) que presenten androgenización masculina competirán en la categoría masculina, mientras que los demás lo harán en la femenina.
Esta decisión surge tras la controversia en los Juegos Olímpicos de París 2024, donde la campeona olímpica argelina Imane Khelif y la boxeadora taiwanesa Lin Yu-ting enfrentaron cuestionamientos sobre su elegibilidad de género. Khelif, quien ganó la medalla de oro en la categoría welter femenino, ha sido excluida de futuros eventos de World Boxing, incluido el próximo Eindhoven Box Cup, hasta que se someta a la prueba genética obligatoria.
La implementación de estas pruebas ha generado un debate sobre la equidad y la inclusión en el deporte. Mientras que algunos argumentan que son necesarias para garantizar una competencia justa, otros, critican estas medidas por considerarlas discriminatorias y basadas en estereotipos de género.
Por otro lado, la relatora especial de la ONU sobre la violencia contra las mujeres y las niñas, Reem Alsalem, ha defendido la necesidad de pruebas de sexo para proteger la integridad de las competiciones femeninas. Alsalem argumenta que estas pruebas son esenciales para evitar que atletas biológicamente masculinos compitan en categorías femeninas, lo que podría poner en riesgo la seguridad de las deportistas.
La decisión de World Boxing refleja las tensiones existentes entre la búsqueda de equidad en el deporte y el respeto a los derechos individuales. A medida que el debate continúa, será crucial encontrar un equilibrio que permita la inclusión sin comprometer la integridad de las competiciones deportivas.