Novak Djokovic, ex número 1 mundial (actual 5º), demostró que la edad es solo un número al vencer en una final dramática al italiano Lorenzo Musetti por 4-6, 6-3 y 7-5. El serbio de 38 años conquistó el ATP 250 de Atenas, sumando su título número 101 en el circuito, tras un enfrentamiento que se extendió por casi tres horas.
El triunfo de Djokovic tiene un doble significado personal. Ocurrió en un torneo dirigido por su hermano menor, Djordje Djokovic. Inicialmente planeado para Belgrado, el evento fue trasladado a Atenas en agosto por la ATP, citando que no se podían garantizar las condiciones en Serbia. Las frecuentes apariciones de Djokovic en Grecia, incluyendo fotografías junto al primer ministro heleno Kyriakos Mitsotakis, precedieron al cambio de sede.
Esta victoria no solo afianza su estatus como el ganador de un torneo más longevo desde 1977, sino que lo acerca a las marcas históricas de Roger Federer (103 títulos) y Jimmy Connors (109). Sin embargo, la final tuvo implicaciones directas para su rival. Musetti estaba obligado a ganar el título para clasificar al Masters ATP de Turín, pero la derrota en manos de Djokovic (9-1 en el historial) le negó la oportunidad, asegurando el último cupo para Felix Auger-Aliassime.
A pesar de estar clasificado desde hace tiempo para Turín, Djokovic mantiene en el aire su participación en el prestigioso torneo de fin de temporada. La incertidumbre sobre su presencia contrasta con la intensidad con la que luchó por su primera corona desde mayo pasado, cuando ganó en Ginebra.
El éxito deportivo de Djokovic en el extranjero contrasta con su tensa relación con las autoridades serbias. Aunque es considerado un hijo pródigo en Belgrado, sus recientes declaraciones en apoyo a los estudiantes que protestan contra el gobierno y el presidente Aleksandar Vucic le han generado críticas y lo han puesto en la mira de los medios afines al poder.











