Familiares y amigos despidieron en Morelia a Bernardo Bravo Manríquez, presidente de la Asociación de Citricultores del Valle de Apatzingán, asesinado el 19 de octubre en una carretera de Tierra Caliente. Su muerte, confirmada por la Fiscalía General del Estado, evidencia la violencia y extorsión que afectan al sector agrícola en Michoacán.
Durante el funeral, celebrado en una capilla privada, su esposa, la magistrada Amelí Gissel Navarro Lepe, lo recordó como un líder comprometido con la justicia, la paz social y la dignidad de las personas.

El cuerpo de Bravo fue hallado dentro de su camioneta, con signos de violencia, en el tramo Apatzingán–Presa del Rosario, cerca de La Tinaja. A pesar de contar con escoltas y un vehículo blindado, en el momento del ataque no estaba acompañado por su seguridad.
El gobernador Alfredo Ramírez Bedolla indicó que Bravo habría hecho un cambio de vehículo en Apatzingán, quedando sin custodia.
El fiscal Carlos Torres Piña señaló que una línea de investigación indica que un líder criminal citó al empresario, lo que sugiere que las redes de extorsión que operan en la región podrían estar vinculadas a su asesinato.
El Consejo Nacional Agropecuario condenó el asesinato y advirtió que la violencia contra productores constituye una amenaza para la seguridad alimentaria del país.