Los líderes del G7, conformado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido, inician este domingo 15 de junio una complicada cumbre de tres días en la localidad canadiense de Kananaskis, con múltiples crisis en su agenda.
La Cumbre, la número 51 del grupo desde que se creó hace medio siglo, ya era complicada antes del estallido del conflicto entre Israel e Irán.
Las graves divergencias entre el grupo con el presidente estadounidense, Donald Trump, en temas clave como la invasión rusa de Ucrania, el conflicto en la Franja de Gaza, la guerra comercial iniciada por las políticas arancelarias de Washington y la lucha contra el cambio climático, eran suficientes temas espinosos para que la reunión termine con el tradicional comunicado conjunto.
Ahora, la guerra abierta iniciada por el bombardeo israelí de instalaciones del programa nuclear iraní, así como de infraestructuras militares, económicas y científicas del régimen de Teherán, así como los constantes bombardeos sobre Tel Aviv, añade más volatilidad a las conversaciones.
Fuentes oficiales canadienses ya han filtrado que la Cumbre de Kananaskis, en las pintorescas Montañas Rocosas de Canadá, terminará con una declaración del presidente de la reunión, el primer ministro, Mark Carney, ante la esperada imposibilidad de llegar a un consenso en los temas principales.