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Conor McGregor ha vuelto a estar en boca de todos, no por sus peleas, sino por su mezcla de ambiciones deportivas y políticas. Luego de que Donald Trump anunciara que la UFC realizará un evento en la Casa Blanca en 2026, el luchador irlandés reaccionó con efusividad, manifestando su deseo de ser parte de la cartelera.

Lejos de limitarse al octágono, McGregor alimentó el debate político al anunciar su candidatura a la presidencia de Irlanda. En tono retador, afirmó que se presentaría al combate en Washington como presidente en funciones de su país, convirtiendo el evento en una puesta en escena digna de Hollywood.

En redes sociales, McGregor compartió una imagen junto al presidente Trump y reafirmó su intención de estar presente en el césped de la Casa Blanca. Describió la ocasión como un momento “de proporciones épicas” y una extensión natural de su rutina diaria: “Un martes en la oficina”, escribió con ironía.

Su interés por la política no es nuevo. Durante una visita a Washington en marzo, expresó su descontento con el gobierno irlandés. Acompañado por la portavoz Karoline Leavitt, denunció que su país sufre abandono institucional y pidió el apoyo de Estados Unidos para dar visibilidad a la crisis interna.

Deportivamente, su regreso ha sido frustrado por lesiones. Desde que cayó ante Poirier en 2021 con una pierna rota, sus intentos de volver se han visto interrumpidos. Aunque estuvo a punto de enfrentarse a Chandler en junio, una fractura en el pie lo dejó fuera. Aun así, McGregor insiste: sólo volverá si es en un estadio… o en la Casa Blanca.