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Fuerzas de la coalición internacional antiyihadista, liderada por Estados Unidos, mataron a Abdulá Maki Musleh al Rifai, el número dos del grupo terrorista Estado Islámico (EI) y jefe de las operaciones globales en un ataque aéreo en el oeste de Irak.

El 13 de marzo, fuerzas del Mando Central de Estados Unidos, en coordinación con inteligencia y seguridad iraquíes, ejecutaron un ataque aéreo de precisión en la provincia de Al Anbar, Irak. La operación resultó en la muerte de Abdulá Maki Musleh al Rifai, alias Abu Jadiya, considerado el segundo al mando del EI y jefe de operaciones globales de la organización, así como de otro miembro del grupo.

Además, en la operación, detuvieron también «a siete terroristas, entre ellos dos mujeres que mantenían una relación con el criminal asesinado», así como a otros cinco en Erbil, la capital del Kurdistán iraquí.

Según el comunicado oficial del Mando Central estadounidense, Al Rifai era responsable de la planificación, logística y ejecución de operaciones del EI a nivel mundial. Además, gestionaba una parte significativa de las finanzas de la organización.

Tras el ataque, tropas de la coalición y fuerzas iraquíes se desplazaron al lugar y encontraron los cuerpos de ambos militantes dentro de un vehículo, según un video difundido por las autoridades.

De acuerdo con la coalición, los terroristas llevaban chalecos suicidas sin detonar y portaban múltiples armas. La identidad de Abu Jadiya fue confirmada mediante una coincidencia de ADN obtenida en una redada previa, en la que logró escapar por poco.

Su muerte es un nuevo golpe a la organización terrorista, cuyo líder y «califa» es Abu Hafs al Hashimi al Qurashi desde agosto de 2023.

En los últimos meses, Irak ha intensificado sus operaciones contra altos mandos del EI, eliminando a varios líderes de la organización. Aunque el grupo fue derrotado territorialmente en 2017, tras haber ocupado vastas zonas del país desde 2014, sus remanentes siguen activos y continúan perpetrando ataques, especialmente contra las fuerzas de seguridad iraquíes.

La reciente caída del régimen de Bashar al Asad en diciembre llevó a las autoridades iraquíes a reforzar la vigilancia. La medida responde al temor de que yihadistas, aprovechando el vacío de poder en el desierto sirio, intenten cruzar hacia Irak para reconstituir sus fuerzas.