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La Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB) de Estados Unidos analizó posibles fallas humanas y técnicas que habrían provocado la colisión entre un avión regional y un helicóptero militar ocurrida el 29 de enero cerca del Aeropuerto Nacional Ronald Reagan, en Washington, que dejó 67 personas involucradas.

Durante la tercera y última audiencia, la presidenta del organismo, Jennifer Homendy, señaló que dos de las principales líneas de investigación apuntan a las limitaciones visuales de los pilotos del helicóptero, ocasionadas por el uso de gafas de visión nocturna, y a datos erróneos sobre su altitud.

Expertos indicaron que este equipo habría dificultado identificar la trayectoria del avión o distinguirlo de la pista de aterrizaje.

En jornadas previas también se discutió la falta de medidas rutinarias de seguridad, errores en el cálculo de altímetros y la proximidad inusual de las rutas de ambas aeronaves.

Las transcripciones de audio revelan que la torre de control alertó a los pilotos sobre la presencia del avión antes del impacto.

Otro punto clave fue la ausencia de la tecnología ADS-B (Automatic Dependent Surveillance–Broadcast), diseñada para prevenir colisiones aéreas. La Administración Federal de Aviación permitió que los militares volaran sin este sistema, el Ejército argumentó su desuso ante preocupaciones por utilizar este sistema en misiones sensibles.

El informe final con las conclusiones de la NTSB se publicará el próximo año, sin que hasta ahora exista una causa definitiva del accidente.