Arlette González Hurtado ha demostrado que el éxito no siempre sigue un camino lineal. Después de que una lesión en la espalda truncara su sueño de ser profesional de crossfit, la hidrocálida encontró en el triatlón un nuevo horizonte que hoy la tiene como la máxima referente de la larga distancia en México. Con su reciente clasificación al Campeonato Mundial de Ironman 2026 en Hawái, González rompe barreras de género y disciplina, preparándose para representar al país en el «escenario mayor» del triatlón extremo el próximo mes de octubre.
El desempeño de Arlette en el ranking Pro Series es una muestra de su consistencia técnica. Al finalizar el 2025 en el lugar 88 a nivel global, se posicionó como la mejor mexicana del escalafón profesional, un logro que requiere una logística impecable para asistir a eventos clave y sumar unidades. «2025 ha sido un año bastante productivo; hemos tenido podios como en Cozumel y, para dejarle la cereza al pastel, la clasificatoria para Kona», señaló la atleta, quien ha sabido equilibrar su carrera deportiva con su labor profesional en nutrición.

Debido a su inicio tardío en el triatlón a los 24 años, González tomó la decisión estratégica de especializarse en las pruebas de resistencia extrema en lugar de buscar la clasificación a Juegos Olímpicos. Para ella, Hawái representa la cúspide competitiva, un honor que asume con la responsabilidad de quien sabe que el trabajo invisible la disciplina diaria y el descanso es lo que permite pelear contra los mejores del mundo. Su quinto lugar en Cozumel, con un tiempo de poco más de nueve horas, fue el sello final para su pasaporte internacional.
Instalada en León, Guanajuato, la triatleta ya visualiza lo que será su participación en el archipiélago estadounidense. Reconoce que competir contra atletas que han entrenado desde la infancia es un reto monumental, pero su madurez mental y física le otorgan una ventaja competitiva en las pruebas de largo aliento. Arlette se prepara ahora para un 2026 de máxima intensidad, con el objetivo de llevar la bandera de México a lo más alto en las aguas y carreteras de Kona, demostrando que nunca es tarde para reescribir una historia de éxito.







