John Barnett, un antiguo empleado de Boeing que criticó las prácticas de producción y de seguridad de la compañía, fue hallado muerto bajo circunstancias alarmantes. Aunque las autoridades clasificaron el caso como un suicidio, persisten numerosas dudas al respecto.
Barnett, quien dedicó 32 años de su vida laboral a Boeing y fungió como Gerente de Calidad en la planta de North Charleston desde 2010 hasta su jubilación en 2017, se había destacado por sus denuncias sobre la fabricación del 787 Dreamliner y sus implicaciones en la seguridad. Estas acusaciones adquirieron notoriedad, particularmente por sus comentarios sobre la instalación intencional de componentes de baja calidad y problemas críticos en los sistemas de oxígeno, que planteaban riesgos significativos en situaciones de emergencia.
Antes de su muerte, Barnett había estado participando en un juicio contra Boeing, testificando sobre las irregularidades que había observado. Boeing expresó su pesar por su fallecimiento, confirmado por el forense del condado de Charleston a la BBC, indicando que Barnett murió el 9 de marzo debido a una herida autoinfligida, mientras la policía sigue investigando el suceso.
Durante su tiempo en Boeing, Barnett había puesto en evidencia problemas como la presión sobre los trabajadores para que instalaran deliberadamente piezas de baja calidad, la desaparición de componentes defectuosos, y una tasa de fallo del 25% en los sistemas de oxígeno de emergencia del 787 Dreamliner. A pesar de sus advertencias a la dirección, afirmó que no se tomaron medidas correctivas.
Boeing contradijo sus afirmaciones, aunque una investigación de la FAA en 2017 validó algunos de los problemas señalados por Barnett, incluyendo la pérdida de 53 componentes defectuosos y la emisión de una orden para que Boeing implementara medidas correctivas. Respecto a los cilindros de oxígeno, Boeing reconoció la recepción de algunas botellas defectuosas de un proveedor en 2017 pero negó que estas hubieran sido instaladas en los aviones.
Con información de la BBC.