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La víspera de Navidad se tornó gris para el olimpismo mexicano tras confirmarse la partida de Juan Carlos Cabrera, un atleta que rompió paradigmas desde su juventud. A los 34 años, el destacado seleccionado nacional dejó este mundo, dejando tras de sí una estela de triunfos que inspiraron a toda una generación de remeros. La Federación Mexicana de Remo lamentó profundamente la pérdida de quien fue, por muchos años, la cara visible de este deporte en las competencias de mayor nivel mundial.

La noticia, difundida el día de ayer, ha generado una ola de tributos en redes sociales por parte de atletas de diversas disciplinas. Si bien se menciona un infarto cerebral como la probable causa, lo que hoy ocupa la mente de la afición es el recuerdo de su potencia en el agua. Cabrera representó la fuerza de voluntad de un deportista que no temió cambiar de rumbo para perseguir un sueño olímpico, convirtiéndose en un embajador de la excelencia deportiva mexicana.

Su historia comenzó en los campos de fútbol americano, pero su verdadera vocación lo encontró en el agua en el año 2009. Su impacto fue inmediato, logrando en solo tres años un título mundial bajo techo que sorprendió a propios y extraños. Ese primer campeonato mundial en 2012 no fue solo un trofeo personal, sino la prueba de que México podía competir y ganar en disciplinas que históricamente le habían sido ajenas, abriendo camino a nuevos apoyos para el remo.

A nivel de resultados, su octavo lugar en Río 2016 permanece como una de las mejores actuaciones históricas para un remero mexicano en solitario. Juan Carlos no solo competía; él dominaba la escena regional, como lo demostró con sus múltiples medallas en Juegos Centroamericanos y su memorable actuación en Lima 2019. Cada una de sus preseas fue el resultado de años de entrenamiento en canales y pistas de remo, donde siempre fue el primero en llegar y el último en retirarse.

El fallecimiento de Juan Carlos Cabrera Pérez es una pérdida irreparable para el sistema deportivo nacional. Sin embargo, su nombre queda grabado en los registros de la CONADE y el Comité Olímpico Mexicano como un sinónimo de entrega absoluta. En un día dedicado a la familia y la reflexión, el remo mexicano guarda un minuto de silencio por el hombre que demostró que, sin importar el origen deportivo, la meta siempre está al alcance de quien se atreve a remar contra corriente.