Saltar al contenido principal

Italia está exhibiendo sus tesoros más preciados al mundo a través del relevo de la antorcha olímpica, que recientemente tuvo como protagonista a Jackie Chan en Pompeya. La presencia del actor atrajo la mirada internacional hacia las ruinas que fueron cubiertas por lava y ceniza hace casi dos milenios. Este evento marca uno de los puntos más altos del recorrido, combinando el carisma de una estrella global con uno de los sitios arqueológicos más visitados del planeta.

La ruta ha sido diseñada para resaltar la diversidad del paisaje italiano, pasando desde la Costa Amalfitana hasta las provincias del norte. El objetivo es cubrir cada una de las 110 provincias del país, asegurando una cobertura total de casi 12,070 kilómetros. Este esfuerzo logístico pretende calentar los motores de una nación que se prepara para albergar los deportes de invierno en escenarios de gran tradición y belleza natural.

Tras el paso por las ruinas romanas, el relevo se prepara para una escala de alto perfil en Nápoles. Allí, figuras de la talla de Fabio Cannavaro y Ciro Ferrara tomarán la posta, dándole un toque de identidad futbolística al recorrido. La pausa navideña en Nápoles servirá como un respiro festivo en la larga trayectoria de la llama, que busca unir a las familias italianas bajo el ideal olímpico de la unidad.

Jackie Chan expresó que ser portador de la antorcha es un honor que representa el espíritu de la humanidad y la paz. Sus palabras resuenan en un contexto donde el deporte busca ser un bálsamo de alegría y sana competencia. Al recorrer Pompeya, el actor no solo promovió los Juegos, sino que recordó la resiliencia de la cultura humana frente a las catástrofes naturales representadas por el Monte Vesubio.

Finalmente, el gran clímax del relevo tendrá lugar en febrero en la ciudad de Milán. El Estadio San Siro, un templo del deporte mundial, recibirá la antorcha para dar inicio formal a las competiciones de nieve y hielo. Con este extenso recorrido, los organizadores esperan que para el día de la apertura, toda Italia se sienta dueña de los Juegos, habiendo visto pasar el fuego sagrado por sus propias calles y monumentos.