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Con una extensión de 280 metros cuadrados, mil 750 figuras, 650 de ellas en movimiento, ríos, cascadas, nieve artificial y sonido ambiental, el pesebre instalado en la Basílica del Voto Nacional, en Quito, se presenta como el más grande de Sudamérica y como una experiencia que combina fe, arte y asombro.

Conocido como el Belén encantado, el montaje representa en 13 escenas la infancia de Jesucristo, desde la anunciación a María hasta el pasaje en el que es hallado en el templo.

El proyecto nació hace 22 años por iniciativa del sacerdote Jimmy Arias, hoy fallecido, con el objetivo de “catequizar por medio de un pesebre”, explicó Alexei Arias, integrante de la fundación que administra la obra.

El pesebre cuenta con un río de 26 metros de largo, más de un centenar de construcciones inspiradas en la época hebrea, puentes, cascadas y efectos especiales como nubes con relámpagos, truenos y lluvia constante. Su instalación en la nave central de la Basílica requirió 70 días de trabajo.

Sin embargo, la preparación inicia desde mayo con la restauración de las piezas, trasladadas en tres camiones desde la ciudad de Loja.

La Fundación Padre Jimmy Arias señaló que la puesta en escena tuvo un costo aproximado de 60 mil dólares, que incluyeron nuevos escenarios, instalaciones eléctricas, pago de personal, alimentación y hospedaje. El pesebre permanecerá abierto hasta el 18 de enero, con posibilidad de extender su exhibición hasta finales de mes.

El acceso tiene un costo de tres dólares para adultos y una tarifa reducida para niños y personas con discapacidad.

Los recursos recaudados se destinan al mantenimiento de la Basílica y a programas de atención a jóvenes de bajos recursos con enfermedades mentales. Se estima que la muestra reciba alrededor de 120 mil visitantes durante la temporada.