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México ha reescrito los libros de historia en Gwangju al posicionarse como la segunda potencia mundial de tiro con arco, logrando su mejor desempeño histórico con tres preseas totales. Este éxito fue encabezado por un equipo femenil compuesto intratable, donde Mariana Bernal, Adriana Castillo y Maya Becerra superaron con autoridad a Estados Unidos (236-231). Además, la versatilidad de Becerra quedó manifiesta al sumar un bronce en la modalidad mixta con Sebastián García.

El protagonismo latino fue absoluto en la categoría individual femenina de arco compuesto, donde por primera vez México, El Salvador y Colombia coparon los tres escalones del podio. Maya Becerra se llevó los honores con el oro, superando por un solo punto a la salvadoreña Sofía Paiz, cuya plata representa el primer metal mundialista para su nación. La experimentada colombiana Alejandra Usquiano cerró la cuenta con un bronce decidido en la última flecha.

La magnitud del evento fue impresionante, reuniendo a medio millar de atletas de 74 países, pero fue el bloque latino el que dio la nota alta. Colombia, con una delegación de cinco deportistas, logró colarse en el top 15 mundial gracias a su efectividad. Mientras tanto, El Salvador demostró eficiencia máxima al obtener una medalla con apenas siete representantes en competencia, validando su proceso de crecimiento en la disciplina.

A pesar de que países como Chile y Guatemala no lograron medallas en esta ocasión, la presencia de ocho naciones latinoamericanas en un Mundial de esta envergadura habla del auge del deporte en el continente. La competencia sirvió para medir fuerzas antes del gran reto que supondrá la inclusión del equipo mixto en los Juegos Olímpicos de 2028. La meta es clara: mantener este nivel durante todo el ciclo olímpico venidero.

El cierre de este campeonato deja una sensación de orgullo regional, demostrando que los países de habla hispana son hoy los rivales a vencer. La consistencia mostrada en Gwangju no es solo un triunfo deportivo, sino una declaración de intenciones. Los arqueros latinos han dejado de ser promesas para convertirse en los dueños del podio mundial, listos para los desafíos que aguardan en la ruta hacia la máxima justa deportiva.