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Max Verstappen volvió a escribir una página dorada en su carrera deportiva. En su primera participación en la Nürburgring Langstrecken-Series, el neerlandés guió al Ferrari 296 GT3 de Emil Frey Racing hacia la victoria en el ADAC Barbarossapreis, compartiendo volante con Chris Lulham. Fue un estreno soñado en el mítico Nordschleife, conocido como el ‘Infierno Verde’, donde 110 coches participaron en una carrera de resistencia de 240 minutos.

El piloto de Red Bull ya había probado el trazado en mayo, aunque bajo el seudónimo de “Franz Hermann”. Ahora, con permiso oficial para competir, se encargó de la clasificación. Bajo la niebla típica de Eifel y con la pista húmeda, realizó una vuelta completa sin tomar atajos, cronometrando tiempos que progresivamente fueron bajando hasta lograr un 8’09”126. Aunque no fue pole, se mostró competitivo desde el inicio.

La carrera no estuvo exenta de incidentes. En la salida, una maniobra confusa dejó daños en el Aston Martin de Krognes, lo que abrió la puerta a Verstappen para situarse entre los líderes. Con ritmo implacable, el neerlandés amplió su ventaja y marcó tiempos de vuelta que impresionaron incluso a especialistas del GT3. Su stint inicial fue clave para consolidar la diferencia.

Con la ventaja asegurada, Lulham completó el trabajo en el segundo relevo. Su conducción constante y sin errores permitió que el Ferrari cruzara la meta con 30 segundos de ventaja sobre el Mustang de Stippler/Kolb. El podio se cerró con otro Mustang, mientras que Aston Martin y Porsche tuvieron que conformarse con lugares secundarios tras un día complicado.

La victoria confirma el hambre competitivo de Verstappen más allá de la Fórmula 1. Su adaptación al GT3 fue inmediata y exitosa, dejando claro que su talento trasciende categorías. Nürburgring, con toda su dificultad y mística, ya tiene un nuevo vencedor de lujo en sus libros: Max Verstappen.