El sur de China se ve amenazado por el supertifón Ragasa, calificado por las autoridades de Hong Kong como una “grave amenaza” comparable a las tormentas más destructivas de los últimos años. El fenómeno ya dejó al menos dos muertos en Filipinas, donde derribó árboles y techos. Obligando a miles a refugiarse en escuelas y centros de evacuación.
Ragasa avanza hacia el oeste con vientos de hasta 220 km/h. Ante la alerta T8, el tercer nivel más alto de tifón, se suspendió el transporte y se cerraron comercios.
Los 7,5 millones de habitantes de Hong Kong se apresuraron a abastecerse, vaciando supermercados.
Eric Chan, segundo funcionario al mando de la ciudad, advirtió que el tifón podría alcanzar la magnitud de Hato en 2017 y Magkhut en 2018, ambos devastadores en términos de daños materiales.
Autoridades locales suspendieron clases, transporte y jornadas laborales en varias ciudades del sur del país.
En Shenzhen, al norte de Hong Kong, se ordenó el desalojo de 400 mil personas.
Las autoridades habilitaron 46 refugios temporales, instalaron barricadas y pasarelas elevadas, y alertaron sobre posibles inundaciones en zonas bajas.
Científicos señalan que fenómenos como este se intensifican debido al cambio climático.