El Gobierno de Estados Unidos intensificó las medidas de seguridad en la frontera con México mediante la instalación de más alambre de púas, tanquetas militares, pintura negra en el muro para elevar la temperatura de las barras de metal y la construcción de un segundo muro en el área de Jerónimo-Santa Teresa, Nuevo México. Activistas y organizaciones religiosas calificaron estas acciones de “inhumanas” y “crueles”.
La visita de la secretaria de Seguridad, Kristi Noem, aceleró los trabajos, que han generado alarma entre los albergues de migrantes en Ciudad Juárez.

El sacerdote Javier Calvillo y el pastor Juan Fierro advirtieron que estas políticas no detendrán los flujos migratorios, pero sí aumentarán los riesgos para quienes intenten cruzar.
Los refugios de la región reportan un descenso drástico en el número de migrantes, reflejo del desaliento ante las restricciones y deportaciones. Prueba de esta situación es el albergue El Buen Samaritano, dirigido por Juan Fierro García, que llegó a recibir hasta 260 personas, pero hoy apenas alberga una decena.
Según la Casa Blanca, en los primeros seis meses del nuevo mandato de Donald Trump se han detenido más de 300 mil personas en situación irregular, cumpliendo su promesa de impulsar una campaña de deportaciones masivas.