El día martes dejó una imagen inolvidable para el boxeo mexicano: Julio César Chávez Jr. y su padre, el legendario campeón mexicano, volvieron a verse tras semanas de incertidumbre. El encuentro ocurrió en Hermosillo, en el gimnasio donde el joven púgil retomó su entrenamiento luego de obtener la libertad condicional.
El abrazo y el beso compartidos simbolizaron la cercanía entre padre e hijo, en medio de un proceso legal que mantiene a Chávez Jr. bajo la lupa de las autoridades de México y Estados Unidos, acusado de delincuencia organizada y tráfico de armas. Aunque el caso sigue abierto, el juez determinó que enfrentará la investigación fuera de prisión.
El video difundido en redes sociales por el entorno del boxeador mostró un ambiente de alegría y alivio. “El César del Boxeo” lo recibió con brazos extendidos, mientras su hijo sonrió con visible emoción tras semanas de separación forzada.
El regreso al gimnasio no solo representa una preparación física, sino también un intento de reencuentro personal con la disciplina que ha marcado su vida. Lejos del cuadrilátero profesional y más cerca de las audiencias judiciales, Chávez Jr. intenta encontrar estabilidad.
Con tres meses de plazo para la investigación complementaria, el pugilista debe cumplir con medidas estrictas: no salir del país, presentarse periódicamente ante las autoridades y atender cada audiencia. En paralelo, la imagen del reencuentro ha recordado a los aficionados que, más allá de la polémica, el apellido Chávez sigue ligado al boxeo y a la unión familiar.