Alrededor de 200 mil personas participaron en la marcha del Orgullo de Budapest, la más multitudinaria en sus 30 años de historia, pese a la prohibición impuesta por el gobierno ultranacionalista de Viktor Orbán. El evento se desarrolló en un ambiente pacífico y festivo, sin incidentes.
La manifestación, encabezada por el alcalde de Budapest, Gergely Karácsony, y la vicepresidenta segunda del Gobierno español, Yolanda Díaz, partió desde la Universidad de Ingeniería tras cruzar el puente Erzsébet. Bajo el lema “La libertad y el amor no pueden ser prohibidos”, la marcha se convirtió en un acto de resistencia frente a las restricciones a los derechos LGTBI promovidas por el Ejecutivo húngaro.
Según una encuesta del instituto Publicus, el 78% de los habitantes de la capital rechaza la prohibición impuesta por la Policía. La medida se basa en una ley del partido Fidesz, que permite cancelar eventos públicos que puedan afectar el desarrollo “adecuado” de los menores.
Para eludir esta restricción, el alcalde incorporó la marcha al calendario oficial de eventos municipales, argumentando que no requería autorización previa.
A pesar de las advertencias de el propio Orbán sobre posibles sanciones, como multas de hasta 200 mil forintos (unos 500 euros), la movilización transcurrió con normalidad.