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Las autoridades norcoreanas detuvieron a tres altos funcionarios tras el accidente ocurrido durante la botadura de su nuevo buque de guerra de 5 mil toneladas, informó la Agencia Central de Noticias de Corea (KCNA).

Entre los arrestados se encuentran el ingeniero jefe del astillero, el jefe del taller de construcción del casco y un subdirector de asuntos administrativos. No está claro a qué castigo podrían enfrentarse, pero el Estado autoritario tiene un lamentable historial de derechos humanos.

La investigación fue ordenada por el líder Kim Jong Un, quien presenció el fallido lanzamiento y calificó el incidente como “un acto criminal” producto de un “descuido absoluto” e “irresponsabilidad” por parte de múltiples instituciones estatales, incluidas el Departamento de Industria de Municiones, la Universidad Tecnológica Kim Chaek y la oficina central de diseño naval.

El accidente, que representa una rara admisión pública de errores por parte del régimen, ocurrió cuando un fallo en el mecanismo de lanzamiento hizo que la popa del buque se deslizara prematuramente al agua, aplastando partes del casco y dejando la proa atascada en la vía de navegación.

Imágenes satelitales mostraron la embarcación recostada sobre un costado, cubierta parcialmente con lonas azules, con una sección aparentemente sobre tierra firme.

Aunque los medios estatales minimizaron los daños y no reportaron víctimas ni heridos, analistas navales advirtieron que un mal funcionamiento de este tipo podría tener consecuencias catastróficas para la integridad del buque.